Este libro estaba en todas las listas de recomendaciones que encontré en NYT y a veces eso puede ser un riesgo: no siempre son buenos, a veces el lenguaje es cansado y en ocasiones, sientes que eres víctima de la campaña de publicidad.
Con este libro, me pasó lo contrario. Creo que no tiene suficiente atención, por que la reflexión entre ser mamá, ser cuidadora y las relaciones domésticas que se crean en los hogares, debería ser leído por muchas más personas.

Creo que lo que más me gustó fue poder compartir el POV de dos personajes, por que me permitió entender las formas tan pero tan diferentes en que ambas veían una situación.
El último párrafo, por supuesto, tiene un gut punch inesperado, que te deja pensando en la economía del amor y el cuidado.
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